miércoles, 15 de diciembre de 2010

Desde "El Papamoscas": ¡Feliz Navidad!

La familia de los Conejitos está un poco nerviosa al llegar la Navidad. A Camelín se le ha metido en la cabeza que esta Nochevieja en vez de comer doce uvas, él quiere tomar doce taquitos de zanahorias, "¡qué para algo somos conejos", dice. "¡Ya, pero yo soy pequeñito y me atraganto!", replica su hermanito Empanada. "Además, una tradición es una tradición", añade con ojos tristes.

Y mientras esperan que Gigantín solucione pronto el asunto -como siempre- e impida a la malvada bruja Pirulí estropear el Reloj de la "Puerta del Sol Feliz", los cuatro hermanitos (Camelín, Empanada, Dimas y Gruñón) junto con el héroe de la grey infantil os desan que paséis una muy Feliz Navidad mientras iluminan para vosotros el gran árbol navideño del Bosque de la Felicidad.

También os desean, desde el humilde pesebre de nuestro Teatro de Títeres "El Papamoscas" que estos días os colmen de alegría y que la dulzura de ver nacer al Niño os haga cada vez más felices. Con nuestro más sincero deseo para tí y los tuyos: ¡Feliz Navidad!

jueves, 2 de diciembre de 2010

Historia del títere: Los motion-men del siglo XVII

Retomamos hoy nuestra sección de historia de los títeres. Desde su solidificación en Europa en la Edad Media, el teatro de muñecos sufrió importantes evoluciones en los distintos lugares del continete, dando lugar a figuras características de cada región, acontecimiento que los historiadores del teatro de títeres denominan como el nacimiento de las diferentes familias de títeres.

El espectacular empeño que pusieron en el siglo XVII los grandes dramaturgos en Inglaterra, entre los que destaca sin lugar a dudas el gran William Shakespeare, tuvo también su reflejo en el teatro de muñecos. A éstos, los estudiosos los llaman títeres isabelinos.

En efecto, en la época de Isabel I, sabemos que a los títeres los llamaban motions, y a los actores encargados de dotarles de vida motion-men, hombres haraposos que recorrían el país al lado de bandidos, gitanos y ladrones, sufriendo en muchos casos la persecución de las autoridades del orden de la época, que querían acabar con la vaguería reinante en la época.

Aparte de esas pequeñas represalias "policiales", los titiriteros de la Inglaterra de Isabel I tuvieron que sufrir también las continuas persecuciones de los puritanos, el grupo de protestantes que quería "purificar" todo resto de influjo católico en el país y conseguir un estado de moralidad absoluta, por lo que el teatro fue uno de sus principales objetivos por considerarlo como un engendro del demonio. Aún así, a la reina le gustaba tanto el teatro que les fue difícil acabar con él del todo.

Los motion-men manipulaban casi con total seguridad muñecos de guante, pues los testimonios que nos han llegado hasta nuestros días nos narran espectáculos de peleas y de porrazos en la cabeza. Uno de esos lo encontramos en la obra teatral de Ben Jonson (en la fotografía) "La feria de Bartolomé", donde se narra la fiesta que tenía lugar en la fiesta del santo en Londres. En la obra vemos cómo un hombre llamado Leatherhead se coloca frente al retablo hablando con los muñecos, en medio de la algarabía de la feria. Un reflejo teatral de lo que podía suceder realmente en la vida cotidiana londinesa.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Títeres famosos: Carozo y Narizota

Hace ya algunos meses que no hablábamos de títeres famosos. Y como nuestro público al otro lado del Atlántico continúa a crecer, retomamos hoy esta sección cruzando el charco y viajando hasta Argentina para conocer a Carozo y Narizota, dos extravagantes muñecos que desde hace más de treinta años inundan la televisión en el país.

El creador de estos simpáticos personajes es Jose Luis Telecher. Él mismo sabe que para que los personajes tengan éxito, el manipulador tiene que desaparecer de la escena: "quiero que los muñecos tengan vida propia", le gusta afirmar a Telecher.

Narizota es “una garrapata mutante, o más bien un capricho de la naturaleza", un tanto burlón y cínico. Nació a finales de los años 70, más concretamente en 1978, para la televisión argentina Canal 13, de una original idea del productor Julio Hiliana. Narizota comenzó así su andadura televisiva en programas dedicados a un target infantil. Más tarde llegaría su amigo Carozo, un simpático perro de color azul celeste con un simpático y grande hocico. Con el pasar de los años, nuestros amigos se fueron separando poco a poco del público pueril y se fueron situando en programas destinados a un público cada vez más adulto, llegando a conducir su propio espacio dentro del programa Crónica Tv.

Pero mejor que leer sobre su historia, mejor es que nos la cuenten ellos mismos. ¡Con este homejane a todos los titiriteros de Argentina que nos leen desde la lejana y hermana América Latina, os dejamos con los simpáticos Carozo y Narizota!

domingo, 7 de noviembre de 2010

Grandes titiriteros: Richard Teschenr

Dentro de esos grandes titiriteros que han marcado la historia del teatro de títeres, hoy citaremos a alguien un tanto desconocido a nivel de cultura general, pero un gran punto de referencia para los estudiosos del mundo de los muñecos articulados. Hoy conoceremos a Richard Teschenr (1879-1948), famoso titiritero austríaco, importante por introducir en Europa la técnica de manipulación del wayang indonesiano.

Sin duda, Teschenr fue un titiritero original. Gracias a su condición de esposo de una noble mujer rica, Emma Bacher-Paulik, se vió libre de todo tipo de presiones fiscales, pudiendo dar rienda suelta a su imaginación en la creación de sus diferentes espectáculos.

En 1906 fundó su propia compañía de muñecos en Viena. Pero fue a partir de su viaje a los Países Bajos en 1911 cuando su vida como profesional titiritero dió un cambio radical. Allí, unos exploradores holandeses le mostraron los tesoros que de Java habían traido en una de sus expediciones, entre los que se encontraban algunos muñecos de la técnica de manipulación propia de Indonesia: los wayang, títeres de varilla inferior.

Fue así como, con su ingenio, consiguió introducir en el viejo continente la nueva técnica de varilla, dotándole de características singulares, y moviendo los nuevos muñecos en su no menos curioso escenario: el figurenspiegel. Se trata de un pequeño proscenio cubierto con un cristal circular y algo convexo. Detrás del mismo, espacio para tres actores manipuladores que manejaban sus muñecos de varillas, pudiéndolos apoyar en un tablado con muescas, manejando así los brazos y las piernas de los mismos. Así, con la ayuda de humo y otras sustancias químicas de colores, y con increíbles efectos luminosos de colores, se lograban espectaculares imágenes detrás del vidrio, haciendo que sus funciones fueran aplaudidas por numeroso público. Público que, además de agradecer semejante regalo a la vista, agradecía también la generosidad de Teschenr, pues, debido a su fortuna, pudo tener el lujo de con cobrar entrada a sus espectáculos.

Teschenr es, por tanto, un genio que ha sabido innovar con una vieja técnica de manipulación oriental, sabiendo adaptarla a las exigencias del público occidental de la época con imaginación y habilidad. Un inmenso trabajo que no se ha perdido tras su muerte. En 1941, Klaus Behrendt, creó una fundación, para que su patrimonio no se perdiera, recuperando sus figuras y restaurándolas, para que todos los que pasen hoy por el Museo Nacional de Viena, puedan contemplarlas y seguir disfrutando de ellas como lo hicieron los austríacos hace medio siglo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Historia del títere: La Edad Media, la palabra "títere" y la Iglesia

Antes de la caída del Imperio Romano, el cristianismo ya era la religión oficial de aquel complejo sistema romano de derecho y cultura. La desaparición del imperio el año 476 con la llegada de los bárbaros, cambió radicalmente la antigua estructura de Europa y el cristianismo se convierte en la única institución capaz de mantener el "orden" en el nuevo maremagnum de poblaciones y reinos que invaden el continente.

La Iglesia heredó la tradición titiritera de los antiguos romanos y, con recelos en algunos casos -por el peligro de caer en la idolatría-, utilizó los muñecos en la Edad Media para evangelizar a pobres y analfabetos. El arte cristiano y las representaciones que de Cristo, la Virgen o los santos que llenaban los templos de la época, fueron el origen de la buena estima que, muy pronto, los eclesiásticos, tomaron por los muñecos articulados. Como ya hemos relatado alguna vez en nuestro blog, los títeres y la Iglesia fueron de la mano a menudo en esta época fascinante de la historia.

Imágenes de Cristos articulados que movían sus manos para representar escenas de la Pasión en los autos sacramentales de la Semana Santa o pequeñas Vírgenes que se movían en acción dramática para enseñar a los fieles los misterios de la encarnación de Jesús son comunes en muchas iglesias -ejemplo de ello es nuestro Santo Cristo de Burgos, en la Catedral-. De hecho, muchos estudiosos del teatro de títeres, sostienen que el origen de la palabra francesa marioneta sea precisamente ese, la "petite Marie" o "pequeña María" que llenaba los retablos de las iglesias galas.

Sin embargo, la denominación de marioneta en castellano no tuvo jamás utilización fuerte. En la baja Edad Media castellana -ya bien entrando el Renacimiento- encontramos los primeros testimonios escritos que nos hablan ya de "títeres". El Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastián de Covarrubias nos ofrece indicios del origen de esta palabra, al caracterizar el sonido que los actores-manipuladores solían realizar con ayuda de una lengueta colocada en la boca: "ti-ti". En 1524 Bernal Díaz del Castillo, nos narra cómo en su expedición, Hernán Cortés llevaba en su nave, para entretener a la tropa, un hombre que "jugaba de manos y hacía títeres", con lo que entendemos que el uso de la palabra se puede remontar varios años atrás en la historia.

En la Edad Media también encontramos los primeros testimonios gráficos sobre la existencia de este arte en la época. La más famosa data del 1140. Se trata de un grabado -en el Códice "Hortus Deliciarum"- en el que se muestra a dos jóvenes manipulando sendas figuras que representan guerreros con escudos y espadas; un claro ejemplo de cómo la técnica del Bavastel ya era común en la época, en una transición del paso del títere de hilo al de guante.

Sin duda, el títere de guante nació en esta época, y no antes. En un pequeño grabado de Johan Grise (1344) podemos contemplar un claro ejemplo de un teatro de títeres de guante, en el que los muñecos se baten con cachiporras. La necesidad de crear muñecos ligeros y sencillos estaría a la base del nacimiento de la técnica del guante. Los juglares tuvieron que buscar nuevos métodos para poder viajar de una aldea a otra con equipajes ligeros y de poco espacio.

Sin duda, el arte de los títeres -en especial la manipulación de guante- adquirió en la Edad Media una evolución. Este asentamiento en Europa será crucial para que el muñeco de guante vaya adquiriendo personalidades propias en cada región, dando lugar a las diferentes "familias" de títeres. Pero eso es otro capítulo, que nos tendrá ocupados por varios meses.

sábado, 16 de octubre de 2010

Grandes titiriteros: Vittorio Podrecca

Retomamos hoy una de nuestras secciones del blog, para hablar de uno de esos titiriteros que han marcado historia por su intenso trabajo dentro del campo de la manipulación de muñecos. Nos referimos al italiano Vittorio Podrecca.

Nacido en 1883, Podrecca era hijo de un famoso abogado, periodista y amante del arte. En 1905 se trasladaron a Roma, por motivos de trabajo del padre. Allí, en la Ciudad Eterna, Vittorio dejaría sus estudios de abogacía y se sumergería de lleno en la creación de un teatro de títeres, que pronto alcanzó gran fama nacional y mundial.

En efecto, en 1914 funda su "Teatro dei Piccoli" y presenta su primer espectáculo, ante al admiración del público en el palazzo Odescalchi. Su primer gran montaje teatral tuvo lugar en la Piccola Scala de Milán, con la puesta en escena de "El retablo de Maese Pedro", de Manuel de Falla. Sus espectáculos tuvieron un éxito arrollador, ya que sus personajes estaban "revestidos de música, de melodía y sinfonía, de ritmo de vida y arte", como a él mismo le gustaba definirlos.

En sus espectáculos no faltaban los grandes personajes de la cultura de la época, reducidos a pequeña escala y movidos por hilos. Charlot, Greta Garbo o los hermanos Marx eran los protagonistas de algunos de sus montajes teatrales, utilizando para las representaciones las voces grabadas de dichos artistas. El final del espectáculo siempre estaba reservado para uno de sus más famosos personajes: el pianista Piccolowsky, quien, mientras tocaba magistralmente al piano una sonata, cerraba el telón.

Su fama se extendió rápidamente por todo el mundo, tanto es así que recorrió más de veinte países diversos representando sus espectáculos, a los que iba añadiendo personajes típicos de las culturas por donde pasaba. Así, su colección de muñecos llegó a tener más de novecientos muñecos de hilos en activo. El éxito de su inmenso trabajo se debía a su capacidad para compaginar en sus espectáculos la música, la poesía, la danza y la mejor técnica de manipulación en muñecos de hilo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Historia del títere: los albores del títere en Europa

La semana pasada vimo ya cómo el nacimiento del teatro de títeres lo podíamos situar en el Antiguo Oriente y, en modo especial, a orillas de los ríos Indo y Nilo. Hoy veremos cómo los títeres entrarían a la Europa Occidental a través de la inmensa cultura grecorromana.

Sabemos que en la Antigua Grecia se tenía grande estima por el teatro. Anfiteatros, máscaras y coturnos así nos lo revelan. Quizá fue la máscara que los actores griegos vestían en sus representaciones lo que dió lugar a la evolución al teatro de muñecos, cuando dicha máscara -que servía para per-sonare, esto es, para "hacer sonar" y ser la "persona"- se fue separando poco a poco del actor que la portaba. Sabemos también que el teatro de muñecos convivió junto con aquel de actores de carne y hueso, aunque en un segundo nivel, y que eran comunes las representaciones con títeres de hilo -se les llamó amalgamata neuronpasta en griego, de neuron, tendón o cuerda-.

Platón, por ejemplo, en su obra "La Republica", se sirve en su famoso "mito de la caverna", para explicar el mundo de las cosas que nos rodea como sombras de una realidad superior, de la tradición titeril que existía en la época, pues la realidad de este mundo son como las sombras que los prestidigitadores reflejan en la pared de la cueva.

De esta época han llegado hasta nosotros otro tipo de testimonios. En el año 422 a.C. Xenofonte nos narra la visita de un titiritero a la casa del rico y poderoso ateniense Callias, en Siracusa, por lo que podemos deducir que los títeres en Grecia eran una cuestión de público reducido en medio de un ambiente más bien distendido y festivo y que el titiritero llevaba una vida poco grata y errante, buscando la casa donde mejor pudiera estar pagado.

Aunque no sólo existían las representaciones privadas. de igual modo sabemos que en el siglo III de nuestra era, se representó un espectáculo de títeres en el interior del gran teatro de Dionisios. Ateneo nos narra en su "Banquete de los Sofistas" cómo el pueblo de Atenas "ha prostituido con los muñecos de Photino [que sería el titiritero] la escena en que los autores de Eurípides habían declamado su entusiasmo trágico".

El teatro de títeres pasará después de Grecia a la península itálica, a la Antigua Roma, si bien allí no tendrán la misma fuerza que en Grecia. Sin embargo será en la capital del imperio romano donde se consolidará el nombre de esta nueva forma de comunicación teatral: al muñeco se le llamará ahora immaginunculas animatas, sigillae. Pero el nombre que acabará triunfando será pupae, nomenclatura que está en el origen de la denominación actual italiana, puppo o puppazzo o del inglés puppet. Allí la forma de manipulación era la que hoy todavía se mantiene en Sicilia (puppi), en la que el muñeco de madera poseía piernas y brazos articulados y se movía mediante una varilla metálica unida a la cabeza de la figura.

De Roma se extenderá por fin al resto de Europa, cuestión que nos llevará varios capítulos de esta nuestra recién extrenada sección.
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