Nada en la historia sucede por casualidad. Tampoco en el mundo de los títeres. Un nuevo títere, una nueva técnica de manipulación... todo nace como evolución de una herencia anterior. Así vimos que ocurrió en Francia, cuando el Pulcinella italiano se trasnformó en Polichinelle. Hoy veremos cómo nuestro amigo francés dejará su impronta en la evolución del teatro de títeres inglés.
Estamos en el siglo XVII, y tras cruzar el Canal de la Mancha, Polchinelle entrará bien pronto en el hacer teatral de la isla británica. Allí nacerá Punch, de muy gloriosa memoria y que, al igual que sus "abuelos" Polcinella y Polichinelle continúa siendo el rey del teatro de títeres inglés en la actualidad. Aunque ya hemos hablado de él en nuestro blog como muñeco, hoy lo recordamos por su importancia en la evolución del teatro de títeres.
Sobre el primer Puch, se sabe que nació en 1662. Al menos, así nos lo narra el cronista de la época Samuel Pepys en su famoso "Diario", cuando nos da detalle de un espectáculo que un famoso titiritero, el señor Bologna, dio ante el rey Charles II.
Grabado antiguo en el que vemos a Punch and Judy en escena |
Este personaje, pronto se convirtió en famoso. Sus actuaciones estaban caracterizadas por tener lugar en un pequeño retablo que se montaba delante del público, mientras este esperaba el incio del espectáculo, y por estar acompañadas por un actor de carne y hueso, una especie de trujamán (bottler en inglés), que se situaba entre el retablo y el público, hacieno la traducción el lenguaje de Puch, distorsionado por la lengüeta.
Old Vice, Martin Powell... son grandes manipuladores de este entrañable personaje; por eso se les suele conocer con el nombre de punch-men. Cada uno de ellos fue introduciendo algunos "retoques" a las características esenciales del muñeco, al que nunca faltaban sus señas de identidad propias: nariz ganchuda, joroba abultada, traje de rayas y un sombrero en forma de cono. Un pícaro que era capaz de desafiar a la autoridad y de dar mamporrazos a su mujer, la también conocida Judy, que siempre lo acompañaba. Junto a ella, fueron añadiéndose a las representaciones teatrales de Punch: su bebé, su perro Tobby, el Cocodrilo o Mr. Jones, por citar solo algunos.
Aunque la moralidad de Punch dejara en muchos casos que desear, lo cierto es que se convirtió en un personaje excepcional, cuya fuerza expresiva todavía resiste hoy en día. En efecto, en la actualidad podemos ver todavía en acción en los proscenios a este curioso personaje nacido hace más de trescientos años. ¿Conseguirá sobrevivir trescientos años alguno de los títeres modernos? Es una profecía difícil de determinar. Fijémonos en Punch para aprender de su talento y fuerza personales.
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