Va llegando el momento de inaugurar una nueva sección en nuestro blog. Se trata de ir conociendo la vida de grandes personalidades que supieron descubrir todas las potencialidades del teatro de títeres. Y lo inauguramos con un paisano nuestro, con un burgalés de pro que dió su vida por la educación de los niños y los jóvenes, también a través de los títeres. Nos referimos al Padre Andrés Manjón.
Andrés Manjón y Manjón nació en la pequeña localidad burgalesa de Sargentes de la Lora en 1846. Allí acudió a la dura escuela del pueblo y en 1961 decide trasladarse al Seminario Diocesano de Burgos, con el deseo de llegar a ser un gran sacerdote. Tras cursar los estudios de Filosofía y Teología, obtuvo por oposición la cátedra de Disciplina Eclesiástica en la Universidad de Salamanca, que abandonó en 1880, cuando se trasladó a Granada para enseñar la mencionada disciplina en su Universidad. Pasará el resto de su vida en la ciudad andaluza, donde se esforzará por la educación de niños y jóvenes.
En 1886 fue ordenado sacerdote y decidió embarcarse en una nueva aventura: la fundación de las Escuelas del Ave María, con el objetivo de aplicar nuevos métodos y mejoradas técnicas pedagógicas en la educación escolar, diversas a las que él había recibido. No dudó en hacer del juego y la diversión el mejor camino para una buena formación en la infancia. "Debemos enseñar con todos los medios a nuestro alcance -decía-: libros, papel, pluma, tinta, lápiz, aguja, tela e hilo... ¡todo!".
Enseñar jugando y divirtiendo ha sido uno de sus principales objetivos, porque el juego forma parte de la naturaleza del niño. Juegos con mapas pintados en la pared, "rayuelas" históricas, música, planetarios, fichas y juguetes pedagógicos... y títeres, sí, sus famosos "títeres pedagógicos".
Él mismo con sus discípulos gitanos construía lugares para las actuaciones con materiales simples y pobres, comunes a los de la gente que vivía en estos lugares. Andrés Manjón descubrió sin duda el potencial educativo de los títeres, que sirven para enseñar a través de divertidas aventuras. Él mismo sentenció sobre la importancia de los muñecos de títeres en la educación: "reconozco -dijo- en los títeres una realidad muy aprovechable".
Sin duda, el Padre Manjón es todo un ejemplo a seguir. Sus métodos pedagógicos han sido una constante seguida por otras muchas instituciones, y estudiados en muchas ocasiones. Pronto las Escuelas del Ave María se expandieron por toda España. Aprendamos de este sacerdote, que ha sabido descubrir la potencialidad educativa de los muñecos articulados y hagamos como él, de la educación a través de la risa, nuestro ideal de vida.
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