El nuevo curso está ya más que en marcha. Es por eso por lo que, siguiendo además con nuestras secciones anteriores, este año hemos decidido crear nuevas fuentes de información para los amantes del teatro articulado de muñecos. A lo largo de las semanas, iremos publicando diferentes entradas sobre la historia de este fantástica y ancestral forma de comunicación.
Las teorías que existen entre los expertos sobre el origen del teatro de muñecos son variadas y muy amplias. Sin duda es difícil determinar con exactitud la historia de los mismos, pues son pocos los restos arqueológicos que han llegado hasta nosotros de figuras antiguas. No olvidemos que los títeres están hechos con materiales ligeros y sencillos, que han hecho difícil su llegada intacta a nuestros días. De otra parte, la vida errante de los titiriteros, en busca de mejores plazas, hacían que su permanencia en un lugar concreto fuera breve, imposibilitando prácticamente la aparición de textos y anécdotas escritas sobre el mismo.
Entre los historiadores de este mundo, la gran mayoría coincide en aceptar que el origen del teatro de muñecos se encuentra en el antiguo Oriente. Allí se han encotrado restos, como los del llamado monito de Harrapa, un pequño muñeco articulado de terracota con agujeros en las manos y los pies por donde pasarían unos hilos que lo harían moverse encontrado en esa ciudad cercana al río Indo y que dataría del 2500 a.C..
Pero sin duda alguna, las figuras más importantes para describir la historia del títere antiugo las encontramos en Egipto. Allí se han encontrado una muñeca con un gancho circular fijado en la cabeza, destianda a sujetar el hilo que la debería de mover o una cabeza de chacal, en terracota, que movía la mandíbula. Figuras que se han datado en el 1500 a.C..

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